miércoles, 29 de diciembre de 2010

La odisea (con Nochebuena in Paris included)

Esta entrada viene a complementar a la anterior. Es la continuación del viaje más largo de la historia de Pelando Rábanos. Una aventura llena de acción trepidante. Una epopeya donde en cada tramo nos esperaba una sorpresa. Aquí comienza la segunda parte de este épico relato.


Si recordáis, nuestro primer intento de viajar a Colombia el día 21 de Diciembre vía Frankfurt resultó fallido, pero tras un día entero en el aeropuerto de Helsinki y mucho pelear, Lufthansa nos buscó una segunda opción: viajar el 24 hasta Paris-CDG, pernoctar allí, y el 25 volar hasta Bogotá, y ese mismo día tomar el vuelo a Popayán. Perderíamos varios días de vacaciones, pero tal y como estaba el panorama era elegir entre eso, o viajar el 28 de nuevo por Frankfurt, o directamente no viajar y quedarnos en Finlandia. Así que aceptamos esa opción, y comenzamos las negociaciones para cuadrar el viaje según las nuevas fechas:

-cambiar el vuelo Bogotá-Popayán del 23 al 26,

-cancelar unas mini-vacaciones internas que habíamos programado del 26 al 29 en Medellín,

-avisar a los primos con los que íbamos a quedar en Bogotá de que no llegábamos el 22.

Infierno burocrático que se tragó la Negrimamma, e inconvenientes para la gente de Bogotá que había cambiado turnos en el trabajo para y todo para poder vernos, para al final nada de nada.

Como ya no volábamos hasta el 24, pasamos el 22 básicamente durmiendo para reponernos del desgaste físico y mental del 21, y el 23 también durmiendo para acumular descanso por lo que pudiera pasar los días posteriores. Sabia decisión.

El 24 llegó a recogernos a la casa el taxi (cortesía de Lufthansa) a las 4h30 am, y llegamos sin problemas al aeropuerto de Helsinki sobre las 6h, aunque sin ver ningún zorro esta vez. Se agradeció el no tener que pasearse por Turku con las maletas hasta la parada del bus, porque estaban haciendo -24 grados. En el aeropuerto comprobamos que el vuelo a Paris salía sin retraso. Parece que la cosa iba bien esta vez. Fuimos a facturar el equipaje, y nos encontramos a dos señoras que estuvieron las 10 horas detrás nuestra en la cola del día 21. Nos saludamos con la alegría que da el ver a compañeros de fatigas, y nos contaron que ellas iban hasta Arabia, pasando esta vez por Estambul. “Suerte y felices fiestas”, y cada uno para su puerta de embarque. Todo bien, nos dieron los boarding pass sin problemas, el control de seguridad rápido, y aprovechamos el tiempo previo al embarque para ver tiendas y desayunar, que es de lo poco que se puede hacer en un aeropuerto a esas horas. El vuelo salió a su hora. Todo como la seda hasta entonces. No tiene nada que ver, pero una de las razones para recomendar viajar con Finnair son las azafatas. Están muy eficientes.

Y llegamos a Paris. Todo bien hasta el momento. Fuimos al mostrador de Lufthansa, donde nos habían dicho que nos buscarían un hotel para pasar la noche hasta el vuelo del día siguiente. El trato fue amable pero nos dijeron que en casos de cancelaciones masivas no daban abasto y que había que buscarse la vida, y luego reclamar a la compañía presentando las facturas. Pasamos por el mostrador de información de la terminal, y allí mismo llamaron a uno de los hoteles próximos al aeropuerto para preguntar si tenían plazas libres. Respuesta afirmativa, así que pasamos directamente a hacer el check-in. Hasta el momento todo iba sorprendentemente bien, incluso para ser Paris, con lo chungos que son los parisinos en el trato al cliente. Sería que era 24 de Diciembre y el buenrollismo imperaba en el mundo? Puede ser. Así que decidimos que para aprovechar la inercia positiva, lo mejor era irse directamente a dar un paseo por la que fue nuestra ciudad, donde nos conocimos, donde vivimos, donde surgió el amor…

En Paris hacían en ese momento 25 grados más que en Finlandia, lo que parece mucho, pero teniendo en cuenta que dejamos Turku a -24 C, la realidad es que hacía fresquete. Dimos una vuelta por la rue Sta Anne para comer japonés y confirmar definitivamente que el okonomiyaki no nos gusta. Luego fuimos al carrusel del Louvre a hacer unas compritas y como buenos turistas visitar la pirámide invertida que sale en el Código da Vinci. Cultura ante todo.



De ahí fuimos a uno de nuestros puntos favoritos de Paris: el Pont des Arts. Como la ciudad de la luz siempre tiene algo nuevo que ofrecer, por primera vez vimos al puente nevado completamente. Una maravilla para los sentidos. Por unos instantes nos sentimos como caminando por las heladas calles de nuestra añorada Finlandia, pero al alzar la vista y ver en el fondo la torre Eiffel a un lado, y la catedral de Notre Dame al otro, el sueño se esfumó y volvimos a la cruda realidad.



Tras cruzar el puente, descubrimos otra cosa nueva para ambos: el río Sena crecido como nunca. Se adjunta imagen.


Nos dirigimos hasta Ladurée a comprar macarons. Esta fue también otra primera experiencia para ambos. Para los no iniciados, comentamos que los macarons son una especie de pastelicos con forma de hamburguesa, muy coloridos y caros, pero que están ricos. Aparte de los tradicionales turistas chinorris esa noche había bastante gente haciendo cola para comprar macarons y llevarlos a la cena. El perfil del cliente no-turista era de clase media-alta, de modales refinados, lo que en España se vienen a llamar “pijos”. Todos compraban en paquetes de regalo o cajas super-fashion para llevar, y nosotros nos compramos unos cuantos sueltos en una bolsa de papel, para comérnoslos por la calle. Cero en refinamiento, pero viva la libertad!



De ahí fuimos comiéndonos los macarons caminando hasta el barrio latino, donde paramos en la librería Shakespeare para comprarnos 4 libros de los Muumin, en inglés.



Estaba todo abierto, a pesar de ser nochebuena. Nos sorprendió la cantidad de turistas que había de todos sitios. Pasamos por Notre Dame, y hablamos brevemente con unas peruanas, que nos hicieron una foto.



Seguimos nuestro paseo navideño hasta el ayuntamiento, donde nos paramos un rato a ver a los patinadores sobre hielo. Echamos de menos nuestros patines, y nos preguntamos que qué hacía toda esa gente patinando en vez de estar en casa cenando con la familia. Muy extraño todo, para una colombiana y un español, donde es impensable estar por ahí el 24 y no en la casita. Lo mismo pensamos cuando fuimos a Le Marais y vimos una cola de gente esperando para entrar a un teatro. Suponemos que eran judíos, y por tanto exentos de celebrar la Nochebuena. Porque ese es el barrio judío, por eso lo elegimos como destino final, porque supusimos que todo estaría abierto esa noche. Pero no, había solo algunos restaurantes disponibles. Elegimos uno al azar, y allí cenamos tranquilamente. Al lado se sentó una pareja extranjera, y al escucharlos hablar nos dimos cuenta de que eran suomalainen! El mundo es un pañuelo. Hablamos brevemente con ellos, y continuamos cenando en el abarrotado restaurante. Es curioso, creíamos que un 24-D íbamos a estar solos, pero había muchísima gente en las calles y en los restaurantes. Esto nos hizo recordad que el universo no es cristiano, y menos en las grandes capitales.

Y de ahí en tren hasta el hotel, a descansar para lo que nos depararía el día siguiente.

El 25 nos levantamos temprano, y sin desayunar (para horrar tiempo) fuimos hasta el terminal correspondiente del CDG. Llegamos al mostrador casi 3 horas antes del vuelo, y al mostrar nuestros pasaportes, la sorpresa. Aquí una recreación de la conversación entre nosotros y la “amable” empleada de Air France:

-Lo siento pero no están en la lista de pasajeros.

-Comorl?

-Pues eso, tenían reserva, pero como no fue confirmada, pues se ha anulado.

-Como es eso? Y estos papeles que tenemos que confirman nuestra reserva? (mostrando lo que nos dieron en Helsinki)

-Ah, ese papel no tiene sello, luego no sirve de nada.

-Tampoco tenía sello el de venida a Paris y aquí estamos.

-Eso es imposible, sin sello no vale, no sé como habréis llegado hasta aquí desde Helsinki.

-Pues nadando seguro que no vinimos, simpática señorita.

-Lo siento pero eso a mí no me incumbe, no salen en la lista y el vuelo esta completo, así que vayan a hablar con Lufthansa.

Tras responderle algo parecido a lo que le dijo Anelka a su seleccionador durante el último mundial, emprendimos el viaje a través de todo el CDG, porque el mostrador de Lufthansa estaba lo más lejos posible. Para optimizar el tiempo e intentar hacer la gestión por si nos colaban en ese vuelo, la Negris fue a la terminal 1 mientras yo me quedaba con todos los equipajes esperando. La Negris apareció 3 horas más tarde. Tras casi media hora de ida, casi una hora esperando cola, y otra hora de búsqueda de nuevas rutas, peleas, llantinas y negociaciones, al final volaríamos esa noche hasta Sao Paulo, y a la mañana siguiente de Sao Paulo a Bogotá. Bien porque podríamos aprovechar el mismo vuelo de Avianca a Popayán. Pero mal por la mierda de trato de Air France (aerolínea non grata para Pelando Rábanos desde ahora), y por tener que pasar otra vez todo un día entero tirados en el aeropuerto.

Ante las vicisitudes, resignación y positive thinking. Como no habíamos comido, tras informar a las familias de un nuevo cambio de planes, fuimos a un Hippopotamus a comernos tranquilamente unas hamburguesacas. Todo bien, pero asistimos a una tangana verbal entre un cliente y la camarera. Definitivamente los parisinos viven estresados y no tienen empatía. Después estuvimos matando el rato como pudimos: viendo capítulos de Museo Coconut en el ordenador, escuchando música, viendo tiendas one more time…

El vuelo hasta Sao Paulo fue estupendo. TAM es a partir de ahora compañía aérea favorita: dan bebidas y caramelitos al llegar, la comida es buena, tienes la pantallita para ver pelis, te dan un neceser para asearte durante el viaje (con calcetines para dormir!), en el hilo musical ponen bossa-nova, las azafatas van en tanga… bueno, eso ultimo no, pero el día en que lo hagan superarán a Finnair como “the Pelando Rábanos choice”.

A Sao Paulo llegamos al amanecer. Se adjunta foto del espectacular horizonte matutino paulista. Por fin lográbamos cruzar el Atlántico, 4 días después. Al menos si nos dejaban tirados otra vez, estaríamos en Brasil!



De momento teníamos que esperar algo más de 3 horas hasta embarcar, o sea que nos la pasamos como de costumbre: viendo más capítulos de Museo Coconut, escuchando más música, viendo tiendas one more time again… Hasta que llegó la hora de embarcar. Para evitar sustos como el de Paris ya habíamos preguntado a un operario de Avianca si estábamos confirmados en el vuelo, y le enseñamos el papel con la reserva que nos dio Lufthansa, esta vez con bellos y enormes sellos claramente visibles, y todo correcto. Nos tenían que imprimir la tarjeta de embarque y punto. Pero como eso era demasiado fácil, nos dejaros los últimos, se llevaron nuestros pasaportes a nosedonde y nos tuvieron en ascuas hasta casi la hora de salir, cuando por fin nos entregaron las tarjetas de embarque en el último minuto. Obviamente entramos al avión los últimos, y con caras de pocos amigos. Y para colmo nos tocó en asientos separados, incluso en pasillos diferentes. Pero después de lo pasado, era un mal menor. Nos relajamos y disfrutamos de las casi 6 horas de vuelo hasta Bogotá. Por cierto, es impresionante sobrevolar el Amazonas.

Y llegamos a Colombia, sin retraso, todo perfecto para tomar el último vuelo de la Odisea. Llegamos y todo bien, pasamos rápido inmigración, y cuando fuimos a por los equipajes…. Os lo imaginais, verdad? Pues obviamente no estaban, se habían extraviado por el camino. Pero con lo que llevábamos encima, ni siquiera nos enfadamos. Rellenamos el papel para que nos lo enviaran a Popayán y nos fuimos alegremente. Esta vez para matar las 3 horas que nos quedaban hasta el otro vuelo nos fuimos a comer unas empanaditas bien ricas. Y volvimos al terminal para embarcar, junto a un simpático indio guambiano que resultó ser un ex gobernador del Cauca o algo así.


Y llegamos por fin a Popayan el 26, donde nos esperaba parte de la Negrifamily. La negrimaleta llegó un día más tarde, y la Nandimaleta dos, pero tras todo lo vivido fue un mal menor. Así que por fin disfrutamos de unas merecidas vacaciones junto a nuestra familia colombiana.

FELIZ AÑO A TODOS!

Y QUE VIVA COLOMBIA, CARAJO!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Menuda odisea!!!!! QUÉ VIVA COLOMBIA!!!
A disfrutarla!!!
Prochón

Anónimo dijo...

Qué de recuerdos viendo las fotos de París!! Un beso Nando :) A.

Anónimo dijo...

ILLO TODO GENIAL....PERO NO OS ENAMORASTEIS EN UTAH BEACH(NROMANDÍA)???!!

Clari dijo...

por lo que veo pasaron unas vacaciones increible.. paris es magnifico.. una ciudad mágica para pasar noche buena.. yo este año conseguí vuelos a San Pablo para ir con toda la familia y disfrutar un poco de brasil y sus playas.. una manera distinta de recibir la navidad